Predecir hacia dónde se dirige una industria es sin duda una de las principales incógnitas a las que me enfrento cada día. Y es que, si de por sí el futuro es incierto, la aceleración del cambio en el siglo XXI acentúa la incertidumbre al multiplicar las oportunidades de forma exponencial. La tecnología es el mayor catalizador de cambio y cada vez son más las tecnologías que cuentan con el potencial de transformar el mundo en el que vivimos.
En 2030, habrán desaparecido 2,000 millones de empleos en el mundo, equivalente a casi el 50% de los trabajos que existen hoy en día, mientras que el 65% de los niños que están en primaria se dedicarán a trabajos que aún no se han inventado. Pero el problema no será la falta de empleos, sino la mutación de habilidades necesarias para ejercer lo desconocido. Y esto es tan solo el principio.
¿La transformación digital es inevitable?
La transformación digital es un primer paso que todas las empresas deben adoptar, pero es un grave error pensar que ese es el objetivo. El objetivo es ser ágiles para adaptarnos a las circunstancias conforme éstas cambian. Y considerando que estamos en la época de la digitalización, es natural que esa sea la siguiente acción.
Pero la realidad es que la digitalización es una fase, mientras que la transformación tiene que ser una constante, una filosofía de vida, un 'modus operandi', y tenemos que estar listos para brincar de una fase a otra en cualquier momento.
Mi optimismo me dice que, en 50 años, el mundo será un lugar mucho mejor. Tenemos las herramientas para construir y diseñar el futuro, pero depende de cada uno de nosotros y de nuestras empresas trabajar hacia una sociedad justa, digna y próspera.
Fuente: tecreview.tec.mx
Autor: Gonzálo García Crespo / Expansión.mx