El tiempo del ser humano es cíclico y limitado. Aunque apenas seamos conscientes de ello, cada 24 horas empezamos un nuevo periodo repleto de actividades que se repiten una y otra vez: descanso, alimentación, entretenimiento.

Invertimos a lo largo de nuestra vida productiva, una tercera parte de cada día a trabajar lo que quiere decir que en promedio, dedicamos al menos 2384 horas de cada año a las tareas de nuestro empleo pero, ¿cuántas de estas horas son realmente efectivas?.

La manera en que aprovechamos nuestro tiempo es relativa y pocas veces, puede cuantificarse en resultados. Si somos honestos, un buen porcentaje de todas estas horas las desperdiciamos en tareas inútiles aún cuando no tengamos un solo momento de descanso.

Nuestra agenda puede estar llena de ocupaciones, podemos ser empleados altamente activos, realizar muchas cosas durante nuestra jornada y al final de cuentas, sólo hemos perdido el tiempo.

En Jobomas te decimos cuáles son las formas más comunes de desperdiciar nuestra jornada laboral e invertir el tiempo de manera equivocada:

#1. No hacer nada

Es el típico comportamiento de los empleados autómatas y sin iniciativa. Tal vez un vegetal tenga más actividad que este tipo de personas que únicamente se instalan a ver pasar la jornada, sin aportar absolutamente nada. Sus tareas son rutinarias, no les importa el entorno ni el avance de la empresa y el valor de su ‘trabajo’ es igual a cero.

Es fácil caer en esta categoría cuando estamos desmotivados, cuando hemos perdido el impulso y cuando estamos inmersos en una actividad que no nos satisface. El problema es que con este comportamiento únicamente estaremos prolongando ese estado de depresión que pronto se hará más profundo si no nos hacemos conscientes de que nuestro futuro y éxito profesional, depende de nosotros mismos.

#2. Realizar la actividad equivocada

Es casi lo opuesto al punto anterior porque radica en una sed casi frenética de ocuparse de todo sin priorizar o incluso, sin tener en cuenta si la actividad que realizamos tiene sentido. Quizá en esta categoría se encuentre el mayor porcentaje de trabajadores porque una de las tareas más difíciles a las que se enfrenta un profesional a lo largo de su trayectoria, es justamente a la de definir un objetivo y trazar la ruta para alcanzarlo. Otro común denominador es que se puede perder muchísimo tiempo investigando las consecuencias de un problema en lugar de las causas que lo originaron o incluso, buscar solución a algo que ya está resuelto.

#3. Hacer lo correcto… de manera equivocada.

No siempre estamos preparados para ciertas tareas o para enfrentar de manera adecuada una circunstancia o a veces lo estamos pero optamos por un camino equivocado. Probablemente lo que impera en este punto es que el instinto se sobrepone a la razón y en que los profesionales que caen en esta categoría, se dejan llevar y no toman el tiempo necesario para reflexionar sobre la pertinencia de sus acciones. Frecuentemente se tiene la solución a un planteamiento pero el error es tratar de resolverlo sin tener todos los elementos necesarios, omitir información, trabajar sin orden, organización ni prioridades, no saber delegar o permitir que las emociones interfieran en un buen resultado.

#4. Duplicar las tareas

Tal vez por ego o por apatía –aunque también puede ser por simple distracción– una gran mayoría de las veces no nos preguntamos si estamos trabajando sobre algo que ya haya realizado alguien más, si tenemos las mismas funciones, si hay otro profesional a quien también le compete o está interesado en resolver la misma situación. En nuestros días tenemos un acceso prácticamente ilimitado a recursos, estudios, resultados, análisis de modo que quizá en otra parte del planeta alguien ya planteó una idea o una solución a lo que buscamos de modo que sería mucho más productivo invertir nuestro tiempo en averiguar esto que en complicarnos la existencia con acciones inútiles.

#5. Caer en el exceso

La simplicidad es una de las bases del éxito. Es clásico que algunos profesionales incurran en un exceso de información o de detalles y que en lugar de mejorar el trabajo, terminen haciéndolo más confuso. Las tareas de un puesto deben estar orientadas para facilitarle la vida a los involucrados pero no a perderlos en una cantidad exorbitante de datos irrelevantes o decorativos.

#6. Dejar las cosas a la mitad

Un hecho común entre profesionales es el de no saber priorizar las tareas; por regla general se debe comenzar con lo más agobiante y complicado para ir avanzando hacia las actividades menos complejas y hasta satisfactorias. Esta es una manera muy efectiva de programar una recompensa al final para evitar que dejemos las cosas inconclusas, sin embargo, la mayoría suele dejar lo más pesado para el final y la desmotivación origina que dejemos inconclusos los proyectos. Es casi increíble el porcentaje de los profesionales tiene problemas para concluir un proceso y se detiene prematuramente.

#7. Ser imprecisos

Otro de problemas comunes en la pérdida de tiempo es la actitud descuidada de algunos profesionales y el poco interés que ponen en la exactitud de sus tareas. De todas las maneras de desperdiciar el trabajo, ésta debería calificar como la más grave de todas pues resulta costosísimo en todos los términos (tiempo, dinero, esfuerzo, recursos, relaciones) reparar el daño ocasionado por una imprecisión. Los trabajadores que minimizan las consecuencias de un trabajo inexacto, tal vez jamás han reparado en pensar los riesgos que corre su empresa confiando en decisiones equivocadas.

Si aún después de leer todos los puntos anteriores crees que desperdiciar tantas horas valiosas no es grave, te planteamos otra interrogante: ¿Cuántos minutos a la semana le dedicas a tu crecimiento profesional?. Hora de actuar.

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